Según los expertos, no son dañinas y su irrupción se debe a los cambios ambientales.

Los vecinos no tienen paz, conviven con intrusos. Después del ataque de mosquitos de los primeros días de Febrero, una ola de polillas avanzó sobre Capital y Gran Buenos Aires. La preocupación se multiplicó en las redes sociales, al mismo ritmo que los chistes. Algunos pensaron que podían contagiarse una enfermedad. Otros, sufrieron al imaginar agujeros en su ropa. Pero los especialistas a los que consultó Clarín trajeron calma: las “mariposas nocturnas” que sobrevuelan las casas desde hace unos días no contagian nada y la variedad que abunda se alimenta casi exclusivamente de desechos de vegetales. El guardarropas y la salud, a salvo. La sobre población excepcional, pasará.

Polilla de Harina_Polilla

Desde la Gerencia de Control de Plagas porteña informaron que por ahora no hay ninguna acción prevista por el brote. “No representa un riesgo para la salud y tampoco hay evidencia científica de que así sea”, indicaron. El biólogo Raúl Montenegro, profesor de la Universidad Nacional de Córdoba y de la maestría en Gestión Ambiental Metropolitana de la UBA, coincide: “A lo sumo puede desatar alguna alergia en personas sensibles, pero la polilla no es transmisora de enfermedades”.

¿A qué se debe el ataque masivo? A cuestiones climáticas, principalmente las lluvias que generaron una seguidilla de días de humedad y calor en Febrero. “Hay que tener en cuenta otro factor –apunta el ingeniero agrónomo Alejandro Lambruschini–, los predadores naturales de los ambientes semiurbanos están en retroceso por los plaguicidas del campo y el avance de las construcciones. Eso contribuye a estos brotes”. Entre esos predadores se cuentan otros insectos, sapos y hasta aves.

El nombre popular del agresor que sitia a Buenos Aires es “polilla de harina”, porque también se alimenta con ese producto, cuando lo encuentra. El científico, Pyralis Farinalis, declaro: suele encontrarse en terrazas y jardines, donde halla plantas. Lambruschini, ex presidente de la Asociación de Profesionales del Manejo de Plagas Urbanas, indicó que estos lepidópteros viven pocos días. Por eso, la molestia pasará pronto.

Por las noches, las polillas pueden entrar a una habitación atraídas por la luz. ¿Cómo combatirlas? Los recursos son los de siempre: la vieja e infalible revista doblada. “En el jardín se pueden colocar plantas aromáticas que ahuyentan a las polillas, como lavanda o laurel”, indicó el ingeniero agrónomo.

Mientras, el humor ayuda para soportar el revoloteo. Ayer, en Twitter un usuario preguntaba: “¿Quién fue el maldito que subió a las polillas al Arca de Noé?”. Otros armaban torneos de ojotazos.

Por Ezequiel Viéitez – Diario Clarín – día 07/03/2014

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